lunes, 15 de abril de 2013

Lavado de Cerebro



Desde los inicios de la historia siempre ha existido el dilema acerca de lo que piensa y razona el hombre. El lavado de cerebro no es literalmente lo que anuncia su nombre, sino el modificar los pensamientos de alguien e incorporarle los nuestros de manera benéfica con el interés de ejercer siempre nuestra voluntad.
El cerebro es considerado como el órgano más complejo e importante del individuo, pues regula por completo el funcionamiento humano. En los inicios de la neurociencia existía el concepto de que el cerebro era como un diamante, pues podía ser penetrado por nada, ya que su estructura era difícil de manipular. No obstante, esta teoría ha resultado ser una falacia, pues se ha descubierto que el cerebro es moldeable y por varios factores puede ser controlable.

El término “lavado de cerebro” (“lavado de corazón” en China) es relativamente nuevo para la neurociencia, pues no se había estudiado hasta que, en 1953, tras la guerra fría entre Corea y Estados Unidos, un soldado patriota norteamericano expuso su molestia contra su propio país y cambió radicalmente sus principios para adoptar los del país contrario.
Dicho suceso alarmó a Estados Unidos, por lo que comenzó a investigar el caso hasta involucrar incluso a la CIA para llegar al punto clave de la situación. Fue así como descubrieron que, paralelamente, había otros casos como la fabricación de bombas atómicas, las misiones cristianas, las sectas, entre otros sucesos que mantenían un factor en común, y éste era el cambio radical de ideología de una persona.
Con el paso del tiempo la CIA anunció que el factor en común era el lavado de cerebro, y éste presentaba dos etapas: la primera era la eliminación de las propias creencias, y la segunda, la adaptación de una nueva ideología.
No obstante, la ciencia formuló paralelamente sus hipótesis en base a experimentos y anunció que, aunque el lavado de cerebro sí presenta dichas etapas, es sumamente difícil que resulte exitosa la adopción de nuevas creencias. Asimismo, denominó como “manipulador” a la persona que realiza la acción, y a la víctima la llamó “manipulado”.

Pero, ¿cuál es el proceso de la manipulación? ¿Cómo saber si uno está siendo manipulado?
Existen varias técnicas y procesos en una manipulación. Una de las más comunes es aquella en la cual el manipulador aísla a la víctima de su entorno para, de esta manera, ser capaz de eliminar sus accesos de apoyo y refuerzo emocional. Una vez que la víctima es aislada, ésta se encontrará en un proceso de confusión e inestabilidad, pues sólo recibirá información por parte del manipulador, y no habrá apoyo alguno que refuerce sus creencias. Por último, el manipulador incorpora por completo sus creencias en el manipulado, y es éste el momento en que se da el lavado de cerebro.
Un factor importante en el lavado del cerebro es que el manipulado no tenga fuertes convicciones y creencias, pues de lo contrario jamás podrá ser maleable.
Proceso: Aislamiento, control, incertidumbre y manipulación emocional.

La manipulación no sólo involucra el poder específicamente, pues puede darse también por dominación o necesidad de apoyo. Existen distintas formas de trasmitir una manipulación; puede ser por medio del discurso, del sentido semiótico como las fotos, imágenes visuales y pinturas, o por medios de comunicación como la propaganda, televisión, radio, películas, etc.
Teniendo en cuenta esta explicación y la evolución de la manipulación mental, hoy en día se ha originado un nuevo cuestionamiento: ¿Es la educación una manipulación directa a nuestra sociedad?

Según la opinión de la psicóloga Kathleen Taylor de la Universidad de Oxford, la educación manipulada depende de los objetivos del educador. Si éste trasmite las ideologías de manera general no es manipulación; sin embargo, si involucra sus propias creencias para enseñar, sí hay manipulación. Por otro lado, el psicólogo Juan Martínez afirma que hoy en día no se educa, sino se informa, ya que todo nuestro alrededor, como la propaganda y los medios de comunicación, nos persuaden en nuestras decisiones.
                Van Dij afirma que “si no hay asociación negativa, la manipulación podría ser sólo una forma de persuasión {…} Esta consecuencia negativa ocurre normalmente cuando los receptores no son capaces de comprender las reales intenciones del comunicador”(1993).
En conclusión, una manipulación es el proceso de extracción e integración de ideas o creencias en base a determinados intereses.